viernes, 5 de febrero de 2010

Y vuelvo a empezar de nuevo cada vez...








...Me acuerdo que así decía el estribillo o parte de la canción de Costumbre Argentinas de los Abuelos de la Nada (me refiero el a título de esta entrada) , esto se aplica un poco a mi vida, es como el mito de Prometeo. Cuenta la leyenda que Prometeo, un titán que no le tenía miedo a los dioses, quiso hacerle un regalo a los humanos, entonces le robó el fuego a los dioses del Olimpo. Zeus, enfurecido, hizo que le llevaran al Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto. Zeus envió un águila para que le comiera el hígado a Prometeo. Cómo éste era inmortal, su hígado volvía a crecer cada noche y el águila volvía a comerselo cada día. Este castigo como se imaginan iba a durar toda la eternidad, pero Herácles, pasando por donde se encontraba Prometeo le dio un flechazo al águila, liberandolo así al pobre Prometeo de su castigo. ¿Por qué cuento esta historia? Simplemente porque muchas veces siento que mi vida tiene una trama circular, como diría Nietzche, un eterno retorno, siempre pasa lo mismo: engordo, adelgazo, y vuelvo a engordar. Sé que es difícil vencer la tentación, es difícil luchar contra la adicción, me siento como Prometo en el Cáucaso, que estoy encadenada esperando que alguien pase a liberarle del águila (la comida) para que éste no me coma el hígado ( mi vida).
Es muy difícil luchar contra la adicción, es muy difícil cortar con los patrones de comida-satisfacción-purga-comida-satisfacción-purga. La relación de amor/odio con la comida es muy fuerte para nosotros los obesos. Siempre digo que es una de las adicciones más difíciles de vencer, no digo que el alcohol, droga, u otras sustancias nocivas no lo sean, pero la diferencia entre por ejemplo ser adicto al cigarrillo y ser adicto a la comida, es que simplemente sin comida no se puede vivir, en cambio sí podemos vivir sin cigarrillos, drogas o alcohol, podemos cortar de cuajo la adicción. ¿Pero cómo cortamos de cuajo la comida? Simplemente IMPOSIBLE. Lo único que podemos hacer es medirnos, es distanciarnos, pero nos seguiremos enfrentando con ella al menos tres veces por día, con nuestro hambre.
Como conté en mis últimas entradas, estoy pensando en la posibilidad de hacerme vegana, no sólo por cuestiones estéticas o de salud sino también por cuestiones éticas.